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Des­de su creación en 2004, AFAR denun­cia la imple­mentación ruti­nar­ia de inter­ven­ciones sin indi­ca­ciones médi­cas o validez cien­tí­fi­ca (fal­ta de prue­bas pro­ba­to­rias), lle­vadas a cabo sin el con­sen­timien­to de la mujer o con un con­sen­timien­to obtenido de un infor­ma­ción injusta.

El tér­mi­no “vio­len­cia obstétri­ca” se usó en 2004 en nue­stros inter­cam­bios con activis­tas de Que­bec de la peri­na­tal­i­dad, con­sulte Pour une nais­sance insoumise in Gré­goire, Lysane et Stéphanie St-Amant (dir.), Au cœur de la nais­sance : témoignages et réflex­ions sur l’ac­couche­ment, Mon­tréal, Remue-ménage, 2004, p.361–382. Recien­te­mente (2018), en el mun­do de habla france­sa, se acordó aso­ciar la vio­len­cia sufri­da por los pacientes de ginecól­o­gos, de ahí el tér­mi­no “vio­lences gyné­cologiques et obstétri­cales”.

La vio­len­cia obstétri­ca tam­bién puede cubrir los mal­os tratos (ame­nazas, neg­li­gen­cia…) y el mal mane­jo del dolor: cesáreas en vivo, etc.

Según Stéphanie Saint-Amant (entre­vista en la revista Planète F, 23/04/2014), la vio­len­cia obstétri­ca es una for­ma de abu­so que puede ser sutil, a menudo invis­i­ble, y que causa daño o per­tur­ba a las mujeres. Estos abu­sos a menudo pasan desapercibidos, porque son tan adquiri­dos, tan sutiles, por lo que no son solo “ataques” hechos por un cuidador (aunque hay muchos de estos pasajes al acto, estos vio­len­cia libre). Luego hablam­os de vio­len­cia sistémi­ca, vio­len­cia insti­tu­cional, en par­tic­u­lar acti­tudes y prácticas.

La vio­len­cia obstétri­ca puede ten­er varias con­se­cuen­cias psi­cológ­i­cas y físi­cas en el bien­es­tar mater­no y/o famil­iar: malas expe­ri­en­cias, comien­zos difí­ciles con el bebé, pero tam­bién depre­sión post­par­to o estrés postraumático.

Vários gru­pos e asso­ci­ações do CIANE ofer­e­cem apoio de acor­do com os prob­le­mas encontrados: